Los Waorani

Ecuador es un país pluricultural y multiétnico, con apenas 283.560 km² de extensión territorial continental, se hablan 14 idiomas diferentes, 14 grupos humanos que han asumido una identidad étnica, las llamadas ¨Nacionalidades¨, cada una con distinta cosmovisión, distinto territorio, distintas costumbres y cada una con distinto idioma. En otras palabras, el Ecuador es un pequeño universo donde conviven varios mundos.

La selva amazónica ecuatoriana, comprende unos 120.000 km², es el 43% del territorio nacional, en esta parte de la cuenca amazónica, están los ríos cuya formación son vertientes que nacen a su vez de las nieves perpetuas de los andes ecuatorianos, el Napo, el Pastaza y Santiago, que al unirse con el río Marañón, son los principales afluentes del Río Amazonas.

El ecosistema de esta región constituye el más complejo del mundo, su extensa variedad de flora y fauna, distribuidos en hábitats y micro hábitats, hacen de este un territorio complejo, lleno de vida.
Imposible no hablar de la selva ecuatoriana sin hablar del Parque Nacional Yasuní designado como tal en el año de 1979 y declarado por la UNESCO en el año de 1989 como reserva de la biósfera; mamíferos, reptiles, aves, insectos, una increíble variedad de especies de árboles y plantas.

Hablar de la Amazonía, es hablar de un lugar de gran misticismo y misterio. Estudios afirman que en la cuenca amazónica del actual Ecuador, se establecieron civilizaciones milenarias, sobre todo, en los afluentes del río Napo; una de estas grandes civilizaciones fueron justamente los Omaguas, conocidos también como los Napo, que, según cronistas sobre todo de la época de la conquista, eran grandes navegantes, conocían sobre medicina y cultivo de frutos como la yuca, plátano, algodón.

Es justamente en este territorio tan complejo y tan lleno de vida, donde habitan los Waorani. Son aproximadamente 4500 individuos, distribuidos en 58 comunidades asentadas en las provincias amazónicas de Pastaza, Napo y Orellana (Censo NAWE, marzo 2020).

No se tiene ninguna certeza sobre el origen de los waorani, pero estudios apuntan a que son descendientes de los Omaguas, otros expertos en cambio, dicen que los waorani son descendientes de grupos étnicos que fueron desplazándose hacia el occidente desde el actual Brasil.

Hasta antes de 1958, no se hablaba de los waorani, sino que se hablaba de un misterioso grupo de feroces guerreros, apodados peyorativamente como ¨aucas¨ (que en quichua significa salvaje) ¨patas coloradas¨, que aparecían entre los árboles como fantasmas o espíritus. Contrariamente a ello, wao significa ¨humano¨ y el sufijo ¨rani¨ es para indicar plural. Ergo, waorani = humanos.

Vivían como un pueblo semi nómada, construían casas temporales llamadas ¨onko¨ con paja toquilla y distinos tipos de lianas, excelentes cazadores, excelentes también para confeccionar armas para la cacería y por supuesto, para la guerra.

Antiguamente, los waorani se organizaban en clanes familiares y las disputas entre estos, terminaban es cruentas guerras, donde participaban tanto hombres como mujeres. Estos conflictos eran constantes, los arreglos matrimoniales entre familias generalmente ocasionaban estos eventos. Pero en época de paz, las familias se reunían a celebrar fiestas, que duraban varios días en los que abundaba la comida, carne de monte, producto de una buena cacería y abundaba también la chicha hecha por las mujeres, de yuca comúnmente y de chontaduro en época donde la palma de chonta, da sus frutos.

Los waorani no tenían medida del tiempo, para ellos la vida transcurría junto con las fases de la luna, la lluvia y el ciclo de algunas plantas. Las mujeres preparaban la tierra para los cultivos temporales de yuca y plátano, mientras que los hombres salían de cacería, armados de cerbatanas y lanzas, confeccionadas por ellos mismo. Nunca fueron buenos navegantes, pero si buenos cazadores. La dieta de las familias consistía en carne de pequeños mamíferos como guantas, guatusos, guatines, guanganas, tapires, lagartos. En ausencia del esposo, las mujeres salían de pesca, con pequeñas redes, diseñadas para atrapar peces pequeños.

Pero a veces, las épocas de guerra eran más largas que las de paz, lo que obligó a la pequeña Dayuma, hija de Kento, a escapar de su familia, en busca de contactar a los ¨cowore¨, palabra que significa ¨extraño¨, que no es waorani. La aventura de Dayuma, marca un antes y un después en la vida del pueblo waorani, ella llega a territorio Kichwa y convive con ellos, los temidos ¨aucas¨ cesaron pronto la búsqueda de Dayuma pues pensaban que estaba muerta.
Hasta aquel momento, los evangélicos del Instituto Lingüístico de Verano (ILV) se encontraban ya en territorio kichwa, Dayuma, ya adolescente, conoce a Rachel Saint, una misionera estadounidense quien se la lleva a vivir con ella.

Mientras tanto, en la parroquia Shell, del cantón Mera, en la provincia de Pastaza, hubo el asentamiento de los trabajadores de la compañía Royal Dutch Shell en el año de 1937. Esta compañía, buscaba realizar prospecciones en busca de petróleo, pero sin éxito, la compañía se retira en el año de 1948, esto dado a que en múltiples ocasiones, grupos indígenas defendían ferozmente sus territorios ancestrales. En el año de 1949, Shell es ocupada nuevamente por la MAF (Mission Aviation Fellowship), un grupo de misioneros que vio en ese lugar un sitio estratégico para realizar vuelos de reconocimiento y así llevar la evangelización a pueblos remoto.

No es sino hasta en enero de 1956, que un grupo de aviadores experimentados, liderados por Nate Saint, un veterano de la Segunda Guerra, deciden aterrizar en una playa del Río Curaray, a aproximadamente 30 minutos en avioneta de la Shell; se da el primer encuentro de los evangélicos con los waorani, quienes al verse intimidados por la presencia de los extranjeros, deciden quitar la vida a los 5 pasajeros de la avioneta, misma que fue desmantelada ese mismo rato.

Mientras todo ello pasaba, los ojos del mundo estaban sobre Shell, los restos de los tripulantes de la avioneta fueron encontrados río abajo, se encontraron cámaras fotográficas las cuales habían captado los momentos antes de la tragedia, esas imágenes son la muestra de cómo aquella mañana en esa playa del Curaray, cambiaría la historia de los waorani para siempre.

Dayuma, por su parte, reconoció a los protagonistas de las fotografías a quienes ella identifica como su familia, Rachel Saint, hermana mayor de Nate, decide continuar con la misión de su hermano fallecido y logra ingresar hacia territorio waorani con Dayuma y las viudas de los misioneros que perdieron la vida en el Curaray.

Después de todos estos eventos, los waorani, continúan su proceso de adaptación al mundo mestizo, continúan luchando por conservar su cosmovisión y continúan también luchando por proteger el territorio que vio nacer a sus abuelos y a los abuelos de sus abuelos. Todas estas historias fantásticas, como sacadas de libros de historias bizarras, forman parte de la inmensa riqueza histórica y cultural de este grupo humano, protagonista de historias apasionantes y bizarras.

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